La mujer en la ventana, A. J. Finn
He aquí otra opinión para ustedes, estrellitas. Este libro lo leí a inicios de este año, pero aún está fresco en mi cabeza, como si lo hubiese leído ayer. Para ser sincera, con este ejemplar me salí bastante de mi zona de confort, que usualmente es el romance, y si te soy sincera, me arrepiento de no haberlo hecho antes, puesto que me ha dejado con el ojo cuadrado, tan hecha pelotas como medio muerta de la emoción.
Lo que me impulsó quizá no fue muy honroso: me lancé a leerlo de inmediato porque me enteré de que se estrenaría la adaptación a la pantalla grande en este mes, (que se ha pospuesto por la situación del COVID-19, lamentablemente) y que la protagonista es interpretada por nada más y nada menos que ¡la preciosa Amy Adams!
Antes de decir nada más este libro sí que debe de figurar en tu lista de libros por leer, porque de no ser así te estarías perdiendo de un cóctel de emociones bastante completo. Recuerda, aún hay tiempo de leerlo, no lo pierdas ni un segundo más. ¿Ya has tomado nota mental? Bien, ahora viene lo bueno.
¿Tienes alguna idea de cuán irónico puede ser enfermarte siendo médico? Pues algo así le ha pasado a nuestra prota. Agorafobia. Ese es el término médico del trauma en el que se centra esta novela. Lo contrario a la Claustrofobia. No te vayas, ya mismo te digo de qué va.
La agorafobia es el miedo a estar en lugares abiertos, esto te lo explica nuestra médico, Anna Fox, al inicio de la novela, y a conforme avanzas comprendes la complejidad de las fobias y los trastornos mentales con los que ha tenido estrecha relación, así como o que tienen que pasar las personas que los padecen para salir de ellos. En este caso, la terapia que ella usa es, un par de oídos atentos, el vino y su laptop, donde charla con diversidad de personas ofreciéndoles ayuda como si fueran sus pacientes, sintiéndose útil de esta manera.
Su comportamiento nos enseña que lo mejor que puedes hacer es no charlar con extraños, o al menos, no contarles tus problemas, así sea una ancianita muy tierna la que te habla o una persona con un atractivo cerebro. También que hablar con tu esposo cuando ya no está contigo y estás pasada de copas no es la mejor idea que puedes tener, menos cuando el tema de conversación es tu hija.
Las cosas están interesantes desde el principio, te recomiendo que no dejes el libro y que te lo leas en una sentada porque el remolino de ideas que pasaran por tu cabeza podría confundirte de más y hacer que lo dejes.
Tenemos a una acosadora en potencia y esto es lo que provoca el inicio de la trama. Armada con su cámara vigila a los vecinos que le quedan a vista cercana a su casa, gracias a esto descubre que tendrá nuevos vecinos. Pero en determinado momento ocurre algo sospechoso, que tiene como testigos sus ojos y el lente de su cámara.
A causa de los fármacos no sabe si lo que ha presenciado visualmente ha sido verdad o no, y al contar lo que ha visto nadie le cree. A. J. hace que te confundas tanto como Anna, porque la tienes como base a ella, eso, a la larga, personalmente me frustró un poco pero esa combinación de emociones es lo que lo hace ser un buen libro, incluso, llegas a sentir la desesperación que ella siente conforme descubre más piezas del puzzle.
Lo que te deja bien plasmado en la sesera este libro es: que los giros que da la vida te pueden pillar por sorpresa, que tomar malas decisiones puede tener consecuencias terrible, que en un segundo tu vida se puede ir al traste y que cualquier trastorno u enfermedad, aunque no tenga repercusiones visibles necesitan tratamiento y ayuda, pero, más que nada comprensión. Nadie necesita que le digan que está loco.
¿Verdad?
Anda a leerlo, criatura, verás que lo disfrutarás.
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